martes, 1 de abril de 2008

LAS MALVINAS SON ARGENTINAS

El viernes anterior al 2 de abril del año pasado, tuve a mi cargo la organización del acto en homenaje a los Veteranos y Caídos en la Guerra de las Malvinas, en una escuela en la que soy Jefe del Departamento de Formación Cultural (además de profesor de la misma). El establecimiento estatal tiene muchos adolescentes en riesgo y la indisciplina es una situación complicada en los cursos inferiores. Mientras exponía el tema: hubo una atención fuera de lo común. Me he encontrado con chicos bastante "resentidos" por su problemática social y familiar. Casi ninguno canta el himno y se "burlan" de los actos patrios. Con amor y paciencia los educamos y deseamos que se sientan "parte" y no "marginados". Pero vuelvo a ese acto. Recordé que el 2 de abril de 1982 yo estaba en 2° año de la secundaria (tenía 14 años) y en la última hora el director nos citó en el patio. Nos dijo que se había cumplido un sueño suyo desde que era chiquito. Las Malvinas eran nuestras. En un momento afirmó que había que esperar la reacción británica. Yo con mis inocentes 14 años pensé:" esto es la guerra". En ese acto del 2007 les mostré por primera vez a los alumnos y al personal de la escuela, mi archivo personal: diarios originales , día por día, con todo lo acontecido.Fotografías gigantes, títulos apoteóticos fueron vistos por primera vez por los adolescentes y recordados con distinto ánimo por los adultos. Para finalizar leí una carta de un soldado: Julio Cao ( de la Matanza), un maestro de tercer grado que le escribió emotivamente a sus educandos. El maestro, que en Malvinas se acordaba de las caritas y juegos de sus niños, murió en combate el 10 de junio. Fue fuerte y mis alumnos, apáticos, críticos, etc, se conmovieron hasta las lágrimas, como todo el personal. Ese viernes del acto era un día de lluvia torrencial y algunos directivos hablaban de "suspenderlo"!! a lo que me negué. Es lo mínimo que podíamos hacer por nuestros héroes, que defendieron nuestra Bandera. Deseo que Dios tenga en la gloria a esos caídos y que los que volvieron tengan un genuino encuentro personal con Jesucristo, que es el único que puede sanar sus heridas. Que Dios también consuele y bendiga a las familias de nuestros heroicos combatientes. La Paz sea con cada uno de vosotros.
Dr. Hugo Turrini

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