domingo, 27 de abril de 2008

CON LA DEMOCRACIA SE VIVE

Hugo Turrini acercándose al Dr. Alfonsín en Radio Nacional (abril de 2000)


La Democracia es una forma de gobierno y un estilo de vida.
Una forma de gobierno en donde el pueblo decide a través del voto : quienes serán sus representantes. En donde hay división de poderes (de acuerdo al clásico esquema de Montesquieu ,basado en ideas más generales de Locke), un sistema de pesos y contrapesos que permiten un equilibrio.
Un estilo de vida en donde se garantizan los derechos de los habitantes y se deben respetar las opiniones dispares ;en donde la participación ciudadana colabora con el perfeccionamiento de un sistema que tiene sus errores, lo cual condice con la condición humana.
Durante los últimos veintidos años he enseñado estos conceptos a miles de jóvenes. Pero recordemos....
Nací en 1967, en un mundo musicalizado por los "Beatles". En una Argentina gobernada por la dictadura de Onganía, que el año anterior había derrocado al gobierno constitucional del Dr. Arturo Illia, un presidente honesto que había ganado con un caudal electoral muy escaso en épocas de la proscripción del peronismo.
Mis primeros recuerdos, mi memoria "política" se remonta a la vaga imagen de otro dictador: el general Lanusse. Tenía cinco años cuando acompañé a mis padres a la "cola" para votar a un nuevo presidente, en 1973.Y , encima , dos veces. Estaba en el jardín de infantes y viví el último triunfo de Perón. No olvido que se suspendieron las clases por el" fusilamiento" del líder sindical José Ignacio Rucci, ese hombre de camisa cuadriculada imitado en el programa cómico "La Tuerca". Muchos hechos quedaron "tristemente" grabados en la memoria de un niño que iría creciendo, entre más episodios trágicos: la muerte de Perón, las amenazas de bombas en la escuela, los paros, los atentados terroristas, las limitaciones de la presidente Isabel...
Una mañana (tenía 8 años), no pude ver los dibujitos de "Bugs Buny y sus amigos", porque un escudo ,adornado con música marcial, gobernaba la pantalla del viejo "Ranser" blanco y negro. Nuevamente una dictadura. Sería la más sangrienta, aunque de eso me enteré cuando ya era adolescente y volvíamos a la Democracia, tras otro momento grabado en mis retinas: Malvinas...
La figura de Raúl Alfonsín fue muy fuerte para un joven idealista de 15 años, que estaba cursando en 1983 su primer curso de "Instrucción Cívica". Ese año coincidió: el estudio de la Constitución Nacional y el retorno a la democracia. Puedo dar gracias que no estudié algo "impracticable", cosa que le ocurrió a otros jóvenes un poco mayores que yo.
Los caminos no fueron fáciles. No lo son. Ese hombre se transformó en un profesional del Derecho que ama la ley, quiere que se cumpla y siente impotencia (santa ira, talvez), cuando ve que quienes tienen que dar el ejemplo son los primeros en violarla. Ese hombre también enseña a jóvenes apáticos , alejados de la política pero que despiertan y comprueban un día que la "política" se metió con ellos porque no consiguen carne o pan en el mercado, o simplemente (y lamentablemente en un país que puede alimentar a trescientos millones de personas),no pueden adquirir esos productos por la suba de precios (que , por lo visto, no debe ser lo mismo que inflación!!).
Pero las dificultades no pueden privarme de celebrar interiormente: ha pasado un cuarto de siglo con Democracia ininterrumpida. Muchachos de veinticinco años no conocen otra forma de gobierno, con sus limitaciones y crisis.
En momentos en donde notamos pretensiones hegemónicas insaciables, debemos ser promotores de la profundización de los valores republicanos y la defensa integral de la legalidad y los derechos humanos (en forma completa, no parcial...).
Alguien dijo que los problemas de la Democracia se solucionan con "más Democracia" y no se equivocó. Los hombres y mujeres de buena voluntad debemos bregar por la profundización de las libertades. Debemos alzar nuestra voz con sentido constructivo para lograr la paz y el encuentro de todos los argentinos. En donde el diálogo (el logos, la palabra, entre varios) sea una práctica cotidiana. En donde todos crezcamos con el debate racional de las ideas, a partir del encuentro con el otro. Defendamos esa forma de gobierno que tanto nos costó, practiquemos ese estilo de vida que nos permitirá construir la grandeza nacional.
Dr. Hugo Turrini

viernes, 4 de abril de 2008

Nací en noviembre de 1967. Cuando tenía cuatro meses de vida, la humanidad se conmovía por la muerte de un líder de la lucha por los derechos humanos y la igualdad racial: Martin Luther King, asesinado un 4 de abril ,como hoy, en Memphis, cuando acompañaba el reclamo de recolectores de residuos negros de la región. Su metodología de lucha fue siempre apoyada en la oración, la alabanza y la no violencia. Por eso había recibido el Premio Nobel de la Paz en 1964. Pero habría mucho para decir de él y su lucha, con la cual me identifico plenamente. Un pastor bautista que llevó el Evangelio a la calle, influido por la máxima cristiana de que todos los hombres somos iguales para Dios, quien no hace acepción de personas. Solo quería recordar su discurso o mensaje, más popular: "Tengo un sueño". Aquí una de las traducciones, que transcribo para que releamos otra vez.Bendiciones.
Hugo Turrini
pd: otra vez, me conmovió hasta las lágrimas!!!!


Discurso leído en las gradas del Lincoln Memorial durante la histórica Marcha sobre Washington
Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.
Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.
Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.
Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.
1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirán contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.
Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.
Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, "¿Cuándo quedarán satisfechos?"
Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que "la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente".
Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.
Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano".
Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales".
Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.
Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.
Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.
Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad". Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.
Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! "De cada costado de la montaña, que repique la libertad".
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!"
Washington, DC28 de agosto de 1963

martes, 1 de abril de 2008

LAS MALVINAS SON ARGENTINAS

El viernes anterior al 2 de abril del año pasado, tuve a mi cargo la organización del acto en homenaje a los Veteranos y Caídos en la Guerra de las Malvinas, en una escuela en la que soy Jefe del Departamento de Formación Cultural (además de profesor de la misma). El establecimiento estatal tiene muchos adolescentes en riesgo y la indisciplina es una situación complicada en los cursos inferiores. Mientras exponía el tema: hubo una atención fuera de lo común. Me he encontrado con chicos bastante "resentidos" por su problemática social y familiar. Casi ninguno canta el himno y se "burlan" de los actos patrios. Con amor y paciencia los educamos y deseamos que se sientan "parte" y no "marginados". Pero vuelvo a ese acto. Recordé que el 2 de abril de 1982 yo estaba en 2° año de la secundaria (tenía 14 años) y en la última hora el director nos citó en el patio. Nos dijo que se había cumplido un sueño suyo desde que era chiquito. Las Malvinas eran nuestras. En un momento afirmó que había que esperar la reacción británica. Yo con mis inocentes 14 años pensé:" esto es la guerra". En ese acto del 2007 les mostré por primera vez a los alumnos y al personal de la escuela, mi archivo personal: diarios originales , día por día, con todo lo acontecido.Fotografías gigantes, títulos apoteóticos fueron vistos por primera vez por los adolescentes y recordados con distinto ánimo por los adultos. Para finalizar leí una carta de un soldado: Julio Cao ( de la Matanza), un maestro de tercer grado que le escribió emotivamente a sus educandos. El maestro, que en Malvinas se acordaba de las caritas y juegos de sus niños, murió en combate el 10 de junio. Fue fuerte y mis alumnos, apáticos, críticos, etc, se conmovieron hasta las lágrimas, como todo el personal. Ese viernes del acto era un día de lluvia torrencial y algunos directivos hablaban de "suspenderlo"!! a lo que me negué. Es lo mínimo que podíamos hacer por nuestros héroes, que defendieron nuestra Bandera. Deseo que Dios tenga en la gloria a esos caídos y que los que volvieron tengan un genuino encuentro personal con Jesucristo, que es el único que puede sanar sus heridas. Que Dios también consuele y bendiga a las familias de nuestros heroicos combatientes. La Paz sea con cada uno de vosotros.
Dr. Hugo Turrini